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Llegó la primavera y con ella cambios ambientales que tienen un impacto directo sobre nuestra salud. La mayoría de estos son positivos, como la sensación de bienestar, cambios en el metabolismo que nos impulsan a realizar más actividades, etc. Sin embargo existen algunas aflicciones relacionadas al cambio estacional, aquí te presentamos algunas de las afecciones relacionadas al cambio estacional. 

 

Astenia primaveral 

El término “astenia” proviene del griego y significa “sin fuerza”. La Astenia primaveral es definida como una “sensación de debilidad” y falta de vitalidad generalizada. La astenia primaveral es un trastorno pasajero, ayudado a veces por deficiencias en vitaminas y minerales, que sucede cuando el cuerpo tiene dificultades para adaptarse al cambio de temperatura, la mayor exposición solar y los cambios en los horarios que acarrea el cambio de estación.  Sus síntomas incluyen el insomnio, la apatía generalizada, la ansiedad, el dolor en el cuerpo, la pérdida de apetito, la irritabilidad y la dificultad para concentrarse. Este malestar generalizado afecta generalmente en mayor medida a las mujeres, y tiene sus raíces en la manera en que algunos neurotransmisores cerebrales, como la dopamina o la serotonina son afectados por el cambio hormonal que produce el incremento de las horas de luz en el día.

 

Las alergias

 “Primavera” es sinónimo, para muchos, de “alergia”, y es que las diminutas partículas de polen que trae consigo esta estación pueden desencadenar síntomas como la conjuntivitis, rinitis, sinusitis y asma. Las primeras horas de la mañana y las últimas de la tarde suelen ser las horas de mayor concentración de polen en el ambiente. Para evitar los síntomas, una persona con alergias severas debería intentar evitar exponerse en esos horarios. A diferencia de los resfriados, las alergias estacionales suelen durar más de una semana o dos y suelen tener origen hereditario. Muchas de las personas que tienen alergias estacionales también padecen de asma.

Problemas en la piel

Este cambio de temperatura que se produce en la primavera es especialmente propicio para la proliferación de hongos bacterias. Esto, acompañado con el incremento de la exposición solar, el aumento de la transpiración, las alergias y la sequedad de la piel (producto de los meses fríos de invierno) pueden generar varios problemas en la piel. Así, para contribuir a la prevención de afecciones cutáneas o agravar problemas existentes, como la psoriasis, dermatitis atópica, acné o rosácea, entre otras, se recomienda usar siempre una protección solar adecuad, secarse bien después de la ducha e hidratar la piel, y seguir una dieta nutritiva y rica en antioxidantes.

 

Resfríos

Son mas comunes en las épocas de frío, pero  la primavera también es una época propicia para los mismos. Los resfríos primaverales se deben principalmente al cambio de temperatura, y son contagiados por un virus a través de estornudos o tos. No deben confundirse con las alergias: sus síntomas no suelen durar más de una semana, aparecen de manera progresiva y pueden incluir fiebre, tos y dolores musculares. Tener un sistema inmunitario fuerte es fundamental para su prevención: La buena alimentación, la calidad del sueño, hacer ejercicio frecuentemente y la reducción de los niveles estrés son factores clave para mantener nuestras defensas funcionando eficientemente.

 

Enfermedades gastrointestinales

Es común que con el aumento de las temperaturas y la humedad se produzca un aumento de las diarreas y la salmonelosis. El motivo está en la propagación de bacterias en alimentos mal conservados. Para evitar estos problemas, es fundamental prestar atención a los alimentos que se consumen y lavarse bien las manos con agua y jabón al prepararlos y consumirlos.